agosto 30, 2017

Bienvenido Septiembre. Sorpréndeme.




 
Tengo miles de cosas que hacer pero me apetece escribir hoy en el blog. Este año no he escrito demasiado comparado con el anterior, quizás porque no tenía nada nuevo e interesante que contar, me faltaba la inspiración o simplemente no me sentía motivada.

Como he comentado alguna vez, mi blog es mi rinconcito donde escribo lo que quiero, y esta tarde lo voy a usar para desahogarme y hacer una reflexión sobre lo que ha acontecido en mi vida hasta el día de hoy.

Este año no comenzó con buen pie y así sigue... aunque los planetas, las estrellas o lo que sea se están alineando y parece que las líneas torcidas vuelven a tomar su forma original. Nunca han sido rectas, si fueran así mi vida sería demasiado aburrida y los que me conocéis sabéis que mi personalidad no encaja demasiado con una vida tranquila y sin sobresaltos... vamos, ¡que no conozco qué es eso!

¿A qué viene esta rallada?

Mi enfermedad sigue estable gracias a... la ciencia, mis médicos y mis santas ganas de luchar contra el lobo que está siempre ahí esperando para atacar si me descuido. Ya nos hemos acostumbrado a nuestra relación de amor bélico. Él no se da cuenta que con cada zancadilla que me pone yo me hago más inteligente y más fuerte, aunque alguna que otra vez caigo rendida en sus brazos, sumisa y dispuesta a que haga conmigo lo que quiera.

Digamos que mi vida es un auténtico símil de todo esto.

Y después de la tormenta suele venir la calma, que aunque nunca será total sí es verdad que algunos aspectos de mi vida están tomando otro color... no sé todavía exactamente de qué color se trata pero ya no es el negro del abismo.


Nuevas personas, nuevos planes y proyectos, nuevas ilusiones, sentimientos nuevos. Parece que esta niña que llevo en mi interior, a pesar de tener 41 años, está estrenando zapatos nuevos.

Comienza Septiembre de la mejor manera posible que podía comenzar, con sus momentos en lo más arriba, con sus momentos más bajos, sus noches en vela pensando y soñando sin dormir... pero vuelvo a sentirme viva. Muchos no lo creeréis pero estaba empezando a morir poco a poco de nuevo, lo que pasa es que como voy a estar con esta absurda sonrisa dibujada en mi cara hasta el fin de mi existencia, parece que todo va de perlas... pero os aseguro que no era así.

Toca coger impulso después de este paso hacia atrás y saltar hacia adelante con más ganas que nunca. Al fin y al cabo esto es la vida: una montaña rusa... ¡Qué narices, montemos en ella y disfrutemos del vértigo y de las cosquillitas en el estómago!



agosto 03, 2017

Los mejores momentos de la VIDA.




  • Enamorarse.
  • Reírse hasta que te duela la barriga.
  • Encontrar miles de emails cuando vuelves de las vacaciones. (siempre son de publicidad)
  • Escuchar tu canción favorita una y otra vez.
  • Acostarte en tu cama (bien tapadita) y escuchar como llueve fuera.
  • Salir de la ducha y que la toalla esté calentita. Mejor dicho, salir de la ducha y que haya una toalla.
  • Ir consiguiendo tus sueños poco a poco y ver que tu esfuerzo va dando sus frutos.
  • Recibir una llamada (o un WhatsApp) de alguien que hace mucho no ves.
  • Una buena conversación y un café, sin móviles de por medio.
  • Encontrar dinero en un pantalón que no usabas desde el año pasado.
  • Reírse de una misma.
  • Reírse sin motivos.
  • Escuchar accidentalmente que alguien dice algo bueno de ti. (No pasa muy a menudo).
  • Despertarte y darte cuenta que todavía puedes dormir un par de horas. (¡¡Aaahh!! que rico)
  • Escuchar la canción que te hacer recordar a "esa" persona especial.
  • Ser parte de un equipo. 
  • Ver a tus hijos crecer.
  • El primer beso, aunque luego han venido otros mucho mejores y los que quedan por venir
  • Conocer a personas auténticas y con buen corazón.
  • Sentir cosquillitas en la panza cada vez que ves a "esa" persona. (Pueden ser cosquillitas de asco de las que se te revuelve la comida o pueden ser cosquillitas de las buenas).
  • Pasar un rato con tus mejores amigos.
  • Ver felices a las personas que quieres.
  • Volver a ver a un viejo amigo y sentir que las cosas no cambiaron.
  • Mirar un atardecer o un amanecer.
  • Tener a alguien que te diga que te quiere.